martes, 6 de noviembre de 2018

RETINA



La retina de los vertebrados es un tejido sensible a la luz situado en la superficie interior del ojo. Es similar a una tela donde se proyectan las imágenes. La luz que incide en la retina desencadena una serie de fenómenos químicos y eléctricos que finalmente se traducen en impulsos nerviosos que son enviados hacia el cerebro por el nervio óptico.

La retina tiene una estructura compleja. Está formada básicamente por varias capas de neuronas interconectadas mediante sinapsis. Las únicas células sensibles directamente a la luz son los conos y los bastones. La retina humana contiene 6.5 millones de conos y 120 millones de bastones. Los bastones funcionan principalmente en condiciones de baja luminosidad y proporcionan la visión en blanco y negro, los conos, sin embargo, están adaptados a las situaciones de mucha luminosidad y proporcionan la visión en color.



En ella se encuentran los fotorreceptores, que permiten a la vista la percepción de luz y de colores. Los fotorreceptores se dividen en conos y bastones. Un total de alrededor de seis a siete millones de conos permiten la visión de colores durante el día, y alrededor de 120 millones de bastones permiten la visión en blanco y negro en la oscuridad. A través de los diferentes conductos y las fibras nerviosas de la retina, las señales de los fotorreceptores son enviadas por el nervio óptico mediante las vías ópticas al cerebro.

El centro de la retina, conocido como mácula o mácula lútea, es la parte funcional más importante de la retina. La mácula es responsable de la nitidez de las imágenes y su color. Aquí es dónde la densidad de los receptores es mayor y por ello se considera la zona de mayor agudeza visual.


Las células ganglionares de la retina son un tipo de neuronas de axón mielinizado localizadas en la superficie interna de la retina. Reciben información de las fotorreceptores mediante neuronas intermediarias bipolares, amacrinas y horizontales.

Las células ganglionares de la retina varían en tamaño, conexiones y respuesta sensorial, pero todas comparten la característica de tener un largo axón que va hacia el cerebro, formando a su paso el nervio óptico, el quiasma, y la vía óptica, llevando información hacia el tálamo, hipotálamo y mesencéfalo.



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